
Dejamos Swakopmund y nos dirigimos por la costa atlàntica con destino a Cape Cross. Por un lado las dunas de arena y por el otro el mar. No hay casas alrededor ni siquiera rastro humano. Todo es solitario. De pronto, a unos 31 km. en la misma playa aparece como salido de la nada, un pueblecito fantasma. Digo fantasma porque no vive nadie permanentemente, se trata de: Wlotzkasbaken.

Nos encontramos en una de las zonas más ricas para la pesca de Namíbia y Wlotzkasbaken es un pueblecito construído por pescadores y amantes de la pesca. Allí es donde pasan sus vacaciones anuales .

Cada casa tiene su propia personalidad. Las parcelas y los caminos están delimitadas por piedras. No tienen agua corriente por lo que cada una tiene su propio tanque y el agua para consumo debe ser transportada desde el interior.

Como se puede observar, la decoración de cada una de las casas es original y diferente, dándole al paisaje un aspecto muy pintoresco.

No me podía imaginar que en medio del desierto podría llegar a encontrarme con esta maravilla. Fue una auténtica sorpresa.


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